28 de diciembre de 2012

Apedreamiento



Cada mano sostiene una piedra.
Alzo la vista.
Ya no puedo seguir meciéndome.
Escondiéndome detrás de ese cristal azul.
Abrazándome a mí.

Una piedra me golpea.
La sangre se desliza por mi boca.
No puedo ignorarla.
Bloquear el dolor.
Recurrir a los mismos sueños una y otra vez.

Otra piedra rasga el aire.
Es duro e incómodo caer sobre el concreto.
Escuchar cómo se quiebran tus huesos con cada pedrada.
No hay quien escriba los pecados en la arena.
Alguien que detenga esta furia asesina.
Las piedras caen sin parar.
Sinapsis apagada.

© Lynette Mabel Pérez 

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