Yo, Ángela,
que arrastro mis
cachivaches
con una cadena
larga,
larga, larga,
que se hace
corta
con los años y
pesa
y pasa
palabra
con palabra,
mezcla
mezclo
la resaca,
la casa,
la barca de la
lírica que se marcha
¿para dónde?
que se pierde en
la nada.
Se derrite en la
lágrima más pobre
para girar en
colores
morados del
dolor,
asfixiados con
el calor del día.
Y yo era mía,
mía, mía
y me perdí
en ti.
Y salgo de la
nada para
perderme en
ella.
Se me escapa la
melaza entre las manos
apuñalada por
tus grises y pesadas
palabras.
Regreso a casa
sin nada,
cansada de mí,
cansada de mi
yo,
cansada de la
Ángela
maltratada.
Yo solo quería
ser Ángela.
Ángela yo,
no tu Ángela.
© Julia Laborde
Delgado
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