Yo confieso ante la palabra Todopoderosa
y ante ustedes, poetas,
que si la mujer es herida
de pensamiento, palabra y omisión
es por nuestra culpa, nuestra culpa
nuestra gran culpa.
Por eso ruego a Santa María,
que también es mujer,
a la santísima mano opresora,
a la piel marcada
y a ustedes, poetas,
que intercedáis por ellas
ante
la memoria colectiva.
II.
Exijo a la justicia de los cielos,
y a la leyes de la tierra
que santifiquen el cuerpo
y el alma femenina.
Que, a cambio del pan de cada día,
no se haga la voluntad
del hombre agresor.
Que no haya perdón
para quien ofende a la mujer.
Que no se caiga en la tentación
de ceder ante la amenaza del puñal.
Y líbranos del machismo
de nuestras tierras
latinoamericanas.
Y líbranos de creer
que existe un hombre superior.
Y líbranos de olvidar
a la verdadera fuente de vida,
la Pachamama, la Madre Tierra:
una mujer.
Amén.
©Jéssika Reyes Serrano
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