Noche de ensueño
de nubes y lunas y estrellas
y miles de
millones de cometas tiernos
que aletean en
el mar que es un cielo
a donde vuela
todo su presente y su futuro.
Senderos de
luces que estremecen su alma
al trazar dibujos
de flores en su cuerpo
con pinceles de
varoniles trazos,
le roban todas
las nociones de su ontología.
Y se las deja
robar; porque se entrega entera,
cabal, generosa,
latiente, múltiple como alas de mariposa.
Ante el rayo de
nube oscura una lágrima de sangre
interrumpe la
etérea danza de alas de cometas tiernos
y destroza el
silencio el negro velo
como una pedrada
que interrumpe el tiempo…que se reanuda.
Música de
aleteos de golondrinas
que regresan
mustias y rotas le roza el alma
ahora en do
menor, en leve crescendo,
hasta el suave
nocturno, o la sinfonía fantástica
que la envuelve
y la convence con
la canción,
cuento de siempre empezar:
Empezar de
nuevo,
olvida el odio
mordiente sobre tu carne.
No, no vuelve a
pasar.
Empezar de
nuevo,
te amo, solo respiro si mis ojos te ven,
lava mi culpa
con tu amor y naceré de nuevo.
Volver a
empezar…fueron palabras impensadas,
fue la tormenta,
fue la hoz de la luna nueva,
los picos de las
estrellas, el candente cometa,
los pinceles
rotos, las golondrinas muertas.
Volver a
empezar, olvidar,
Volver a
empezar, olvidar…
No.
No volver a
empezar.
Eso no volverá a
empezar, jamás.
Aquí, su nota
final.
Silencio
incorruptible.
¡Basta ya!
©Marta L.
Emanuelli Muñiz
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