Muñeca de trapo
sucio
que enlodó la
vida misma,
pintor que mi
lienzo pinta
las grietas de
un rostro mustio.
Roca fría del
vertedero,
marchito pétalo
frágil,
víctima amarga y
mártir,
roto cristal de
un espejo.
Cántaro caído en
pedazos
que llora en la
noche oscura
cuando su voz me
retumba
en mis recuerdos
tan malos.
Huyan aguas
turbulentas,
corran de mi
seco desierto,
fuera el velo de
tormento,
muévanse tan
feas muecas.
Vuela el triste
pensamiento
de un espíritu
inerte
desnutriendo así
mi mente
marcando el fin
de mi tiempo.
Cuando mi aliento
esfuma
perdiendo ya la
esperanza
siento que mi
alma descansa
al ver un rayo
que alumbra.
Él tocó mi ser
con fuego
sanando el más
vil recuerdo,
oír su voz como
estruendo
me estremeció
muy adentro.
Con cuerdas de
amor me atrajo
y detuvo así mi
muerte,
su dulzura me
sustente,
mi nombre ha pronunciado.
Arropó todo mi cuerpo,
cubrió mi vergüenza
su paz me abraza y besa
suspiró a mi oído su aliento.
Me compuso Él de
nuevo
con gracia y tan
hermosa,
cual flor que
jardín enjoya,
sin su amor, yo
me muero.
©Migdalia Orengo
Albarán
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